Por lo que me cuentan y veo a mi
alrededor, la mayoría de empresarios que gestionan microempresas (empresas de
menos de 10 trabajadores) entran completamente centrados en las operaciones, es
decir, en la realización del trabajo productivo de sus negocios. Pongamos un
ejemplo, el dueño de un bar que está todo el día detrás de la barra dando las
instrucciones oportunas para que el trabajo se realice de un modo adecuado.
Como hablábamos en la anterior entrada, deduzco que este empresario ha llegado
a la conclusión de que el proceso más clave de su negocio es la operativa
diaria y por ello está volcado en que nada falle en esa parte. Estoy de acuerdo,
puesto que en ese espacio de gestión está teniendo un contacto muy directo con
el cliente que puede hacerle detectar aspectos que incrementen el valor de su
producto. Lo que no me parecería tan correcto es que esta tarea se convierta a
perpetuidad en su dedicación en exclusiva, cosa que sucede en muchos casos.
Los mercados son cambiantes y los
que afectan a los pequeños negocios también. Debemos buscar la eficiencia de
nuestro negocio, es decir, el logro de los objetivos planteados con el empleo
de los recursos adecuados. El riesgo que corren aquellos que exclusivamente están
centrados en la producción de su negocio, es caer en un enfoque de eficacia,
que no tiene en cuenta la variable coste, sino únicamente la consecución del
objetivo.
Salirse del círculo vicioso de la
operativa diaria es fundamental para todos los empresarios que quieran perfeccionar
la gestión, ya que les permitirá centrarse en otras partes del negocio como, optimizar
mejor nuestras compras, mejorar la comunicación, promocionar nuestro negocio,
explorar nuevos nichos de mercado que podamos atender con nuestra actual
estructura, concentrarse mejor en la gestión de las personas que dirigimos, captar
nuevos clientes, analizar la rentabilidad de nuestro negocio o eliminar las
unidades deficitarias.
Pensar, en términos de gestión,
que la operativa es lo más importante, desde mi punto de vista, es un error. Creo que un empresario debería dedicar muchas más horas de su semana a
tareas no operativas. Esta afirmación está basada en que este tiempo estará
dedicado a enfocar su negocio en términos de eficiencia en lugar de a la urgente
eficacia y por tanto redundará, sin lugar a dudas, en un incremento de la
rentabilidad de su negocio.
A algunos Megadirectivos les daría vergüenza
ponerse un mono de trabajo y mancharse las manos, allá ellos, pero un pequeño empresario
no debe tener ningún reparo, más bien al contrario, de quitarse su mono de
trabajo habitual y ponerse el Traje de gestor de su negocio.