sábado, 19 de enero de 2013

PONTE EL TRAJE.

Por lo que me cuentan y veo a mi alrededor, la mayoría de empresarios que gestionan microempresas (empresas de menos de 10 trabajadores) entran completamente centrados en las operaciones, es decir, en la realización del trabajo productivo de sus negocios. Pongamos un ejemplo, el dueño de un bar que está todo el día detrás de la barra dando las instrucciones oportunas para que el trabajo se realice de un modo adecuado. Como hablábamos en la anterior entrada, deduzco que este empresario ha llegado a la conclusión de que el proceso más clave de su negocio es la operativa diaria y por ello está volcado en que nada falle en esa parte. Estoy de acuerdo, puesto que en ese espacio de gestión está teniendo un contacto muy directo con el cliente que puede hacerle detectar aspectos que incrementen el valor de su producto. Lo que no me parecería tan correcto es que esta tarea se convierta a perpetuidad en su dedicación en exclusiva, cosa que sucede en muchos casos.

Los mercados son cambiantes y los que afectan a los pequeños negocios también. Debemos buscar la eficiencia de nuestro negocio, es decir, el logro de los objetivos planteados con el empleo de los recursos adecuados. El riesgo que corren aquellos que exclusivamente están centrados en la producción de su negocio, es caer en un enfoque de eficacia, que no tiene en cuenta la variable coste, sino únicamente la consecución del objetivo.

Salirse del círculo vicioso de la operativa diaria es fundamental para todos los empresarios que quieran perfeccionar la gestión, ya que les permitirá centrarse en otras partes del negocio como, optimizar mejor nuestras compras, mejorar la comunicación, promocionar nuestro negocio, explorar nuevos nichos de mercado que podamos atender con nuestra actual estructura, concentrarse mejor en  la gestión de las personas que dirigimos, captar nuevos clientes, analizar la rentabilidad de nuestro negocio o eliminar las unidades deficitarias.

Pensar, en términos de gestión, que la operativa es lo más importante, desde mi punto de vista, es un error. Creo que un empresario debería dedicar muchas más horas de su semana a tareas no operativas. Esta afirmación está basada en que este tiempo estará dedicado a enfocar su negocio en términos de eficiencia en lugar de a la urgente eficacia y por tanto redundará, sin lugar a dudas, en un incremento de la rentabilidad de su negocio.

 A algunos Megadirectivos les daría vergüenza ponerse un mono de trabajo y mancharse las manos, allá ellos, pero un pequeño empresario no debe tener ningún reparo, más bien al contrario, de quitarse su mono de trabajo habitual y ponerse el Traje de gestor de su negocio.

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